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Oscar & Liliana

Sobreviviendo en el tormento

Sobreviviendo en el tormento Días después de lo ocurrido, el dulce veneno poco a poco fue recorriendo mi cuerpo llegando hasta influir en mis pensamientos. Una canción me insistía recordarla, a la misma vez que tenía presente que pasaron casi 2 años y medio en que Barrios Altos me había dado posada. Fue así que disimuladamente mi corazón hacía sus maletas dispuesto a mudarse. Quizás vivía de una mentira, quizás necesita lo que se llama el verdadero amor.

¿Es que sólo bastó ese beso para poder abrir los ojos?, ¿Cómo pudo ella lograr algo que no pude sentirlo antes? Una tendida de mano, una amistad o un amor. Para esa época enigmas sólo eran mis compañeras. Sólo sé que ella ya estaba clavada en mi sien, proclive a caer en sus ojos, en esa gran varágine que me envolvía y en la cual me sentía glorioso. Fue desde entonces que para mi ella se volvió intangible y no encontraba la manera de manifestarle lo que mi interior sentía.

El sabor de sus besos, la suavidad de su labios, su tenue cabello provocaban en mi, una gran necesidad de volverla a ver.

FUE ASÍ QUE LLEGÓ EL 25 DE MARZO

Recuerdo que esperé el último momento para dirigirme a su domicilio, quizás tenía cierto miedo (Como cada vez que la veía en el colegio). La cita se había pactado un día antes vía e-mail, parece que desde aquel día empezamos en coincidir.

No pasaba por ahí desde hace un buen tiempo, sólo tenía un remembranza de una pequeña niña y una madre un poco celosa.

Uniformado de osadía puede llegar hasta el umbral de su estancia, en donde un rostró angelical me dió la bienvenida. Ella no se encontraba, me lo recordó su, ya no tan, pequeña hermana. "Regreso en media hora" contesté a la señorita. Caminando como loco por toda Sta. Rosa, meditaba encontrar las palabras exactas para aquella ocasión.

No sé que me pasaba, me veía yo mismo y no encontraba razón para sufrir esas emociones extrañas. Yo no era libre lo repito, y ese sentimiento quizás era producto de que mi corazón si lo era y buscaba un pequeño cobijo en el alma de esa agradable mujer.

Entonces el reloj marcó las 9:30 p.m. y tenía que acudir por ella.

"Señora un cigarro porfavor".

Había escuchado que el cigarro calma los nervios ¡¡ES MENTIRA SEÑORES!! a mi me puso más nervioso. Creo que el frio podía más. la misma cara se encontraba en la puerta, sólo que esta vez la señorita ya había regresado. Luciendo un conjunto jean azul la volví a verla después de 12 días, con esa misma sonrisa que me cautivo y que otra vez me invitaba a acercarme a ella.

Sin darnos cuenta eran las diez de la noche y si recuerdo bien la luna estaba llena. El lugar, un parque. Ella y yo, frente a frente, con pocas luces a nuestro alrededor, el grass era la alfombra y su presencia mi tormento.

¿Cómo estas?, ¿Qué ha sido de tu vida?, etc...Comunicándonos con las miradas, empezamos a dar argumentaciones de nuestras similares vidas y luego de lo escuchado acordamos olvidar lo pasado y empezar una nueva historia sellándolo con un tierno beso. Beso que hasta el día de hoy, siento en entre mis labios.

Callao-Perú, Jueves 9 de Julio del 2004.
Oscar Rivera Mejía.

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